¿Cuánto tiempo
tenés? ¿ 15 minutos? ¿Un poco más? ¿Me permitis sentarme acá? Gracias. Te voy a
pedir un favor, esto puede ser muy dificil para mí, es probablemente el acto
más heroico que he hecho en mis diecisiete años de vida. Son dos favores en
realidad, primero no me interrumpas en lo que tenga que decir. No es
autoritarismo ni nada de eso sino que vengo inspirado y es algo que tengo
guardado hace un tiempo. El segundo es que por favor no me mires con esos ojos
porque me pierdo en ellos y se me es imposible continuar con mi relato.
Verás, hoy
me levanté a las siete de la mañana. Y no es que dormí exactamente sino que me
quedé despierto hasta que llegó el momento de cambiarme e irme para acá. El
insomnio de una noche importante es algo crucial. Significa que el tema no
puede posponerse más, que es algo que hay que tomar por las astas y encararlo
aunque seas yo, Juan Andrés Praga. ¿Qué tiene que sea yo? Vamos a definirme
como un cagón absoluto, incapaz de tomar algun tipo de decisión importante,
completamente inseguro, sentimental, eternamente romantico, sensible y con un
dejo de melancolico. Sin embargo, este era otro Juan Andrés, el Juan Andrés que
murió ayer.
Sé que me
tomé mi tiempo pero esto lo pensaba hoy mientras me duchaba, si yo no me tomaba
un tiempo prudencial probablemente este monologo sea nada más y nada menos que
un par de balbuceos irreproducibles en el cual el lamenteo y la falsa épica
gobernarían. Pero Petisa, no fue facil para mi tomar las riendas de lo sucedido
aquel veintisiete de septiembre donde logré desafiar a toda logica. Mirame a la
cara, no quierod escribirme como un tipo feo pero si como un tipo anodino,
cuyos rasgos faciales pueden ser facilmente olvidables o quizá es tan solo mi
maldita introspección que hace que pase desapercibido a las mayorías y que casi
nadie conozca mis facetas interesantes, que quiero creer que las tengo.
Ahora
mirate a vos, con ese rulo que te cuelga y se cae sobre la cara, mirate a vos
con esos labios y esos ojos, mirate y mirame. Es obvio que pueda sentir esta inferioridad
que hace que sea tan dificil para mí encarar esta situación. Sin embargo, no
creas que me tiro abajo. No, nada de eso, estoy dispuesto a ofrecer mil otras
cosas diferentes a lo fisico, y mucho más trascendentes. Sin embargo, no sé si
vos lo estás. Basta de hablar de mi, basta.
Tengo un
presentimiento, o por lo menos una esperanza casi mesianica. Yo te propondré
ahora mismo un lugar para salir probablemente este sabado, vos me dirás otro
lugar y accederé. Esa noche visiblemente no dormiré, y me quedaré pensando
frases para desenvolverme que no llegaré a pronunciar. Seré lento, quizá
demasiado. Probablemente hasta vos tendrías que apurarme y obligarme a
jugarmela, quizá no sea yo el que tenga que llevar la batuta. No por una
cuestión de cobardía sino que quizá sea más comodo así. Quizá estoy equivocado
y de aquí me tendré que ir derrotado pero con el semblante levantado y
respirando por ultima vez tu perfume. Pero, sin embargo, es una sola vez que me
la tengo que jugar para volver a sentir esos labios del veintisiete de
septiembre. Es la ultima oportunidad que tengo para demostrarte que Praga
resurgió de sus cenizas y de su ocupación y ya dejó de ser aquella gris
metropoli para convertirse en la romanticona y sensible pero a l avez fuerte
que es hoy. Tal vez sea tu turno para mover, tal vez es que no me animo yo,
quizá es que estoy tan roto y traumado que necesito que alguien me junte los
pedazos.
Esperá, mirame
a los ojos por ultima vez, y no me respondas ahora. El sabado te espero en la
esquina de 9 de Julio y Vicente Lopez a las tres de la tarde, sea lo que sea
que pase estoy dispuesto a saber qué es lo que pasa con esta historia. Necesito
saber por lo menos si hay una chance a ser , no quiero presionar ni nada de
eso, solamente quiero poner la pelota del otor lado. Nos vemos. Juan Andrés
Praga
Ignacio
Leiva, Estambul, 27 de enero de 2018
Primera parte: La primavera de Praga